Los vecinos de El Gamonal, en Telde, y Molino de Viento y Cañada Honda, en Las Palmas de Gran Canaria, tienen algo en común, el sentimiento de abandono por parte de las administraciones.

El barrio teldense del Gamonal siempre ha estado aislado. Y más aún lo estará cuando se cumpla la sentencia firme que obliga a extraer una carretera que da acceso a la zona situada en las proximidades del barrio de Cuatro Puertas, en donde hace años se construyó una vía de 200 metros de longitud con materiales de construcción inadecuados y sin seguir las reglas de Planeamiento del municipio.

Su carretera es casi imposible de transitar y los vecinos de este barrio histórico cada vez se sienten más abandonados. A esta sensación de soledad se unen los continuos robos en las fincas y la falta de actuación policial que les producen temor e inseguridad. Buscan que las instituciones fijen la vista en el barrio, que carece de servicios básicos como el alumbrado público y de una vía de acceso en la que solo pueden circular vehículos todoterreno. Los vecinos no se quieren rendir.

A la incomunicación se une el vandalismo que cada vez es más agresivo. Las primeras casas se localizan pasados veinte minutos desde el inicio de la temida carretera. Carmelo Rodríguez, que heredó la finca de sus padres y que ha vivido toda su vida en esta montaña, cierra la puerta de su terreno cuando observa que un coche desconocido pasa por delante. Le han robado en varias ocasiones en los últimos dos años, pero admite que hace unas pocas semanas se sorprendió cuando comprobó que esta vez le habían roto las ventanas. «Están actuando con violencia», asevera la comunidad de vecinos. «Me robaron las cuatro sillas de montar que tenía», sostiene entristecido este vecino, que cuida de un caballo en la finca. También enumera otra serie de objetos como máquinas de fotografías, una barbacoa, herramientas, un compresor y un motor eléctrico.

«A nosotros no nos han robado nada aún, pero sí que nos han forzado las cerraduras y tenemos indicios que intentaron arrancar el motor que nos suministra de agua del pozo», asegura Rivero indignada. Efraín Martín (que no vive de forma permanente en el barrio, pero asiste con regularidad) asegura que «me lo han quitado casi todo; ropa, radios, electrodomésticos varios como el microondas e incluso varias neveras», sostiene indignado y admite que «ya no tengo mucha ilusión por subir, porque cada vez que abro mi casa me encuentro con que me han saqueado».

«Nuestra familia posee un terreno y una vivienda en este barrio desde hace 15 años y es verdad que en ocasiones puntuales hemos notado que han forzado para entrar y se han llevado alguna cosa, pero lo que está sucediendo en estas últimas semanas es increíble», expresa Ana que, junto con su hermano Robert y su padre, acude los fines de semana a la casa del campo. La vecina ha denunciado ante la Policía Nacional esta situación. El informe que redactó para el cuerpo de seguridad tiene una extensión de tres páginas. «Algunos agente subieron hasta el barrio para tomar parte de lo que había sucedido e incluso tomaron las huellas dactilares en las zonas donde había desaparecido mobiliario», explica la vecina, que concluye en que «nunca se supo de donde salía el asaltante», explica. Ana no es la única vecina que ha presentado denuncia, aunque según Rivero no a todos se la han aceptado. «El algún caso le han dicho desde la comisaría que era un caso menor y no merecía la pena», explica sin salir de su asombro.

Por otro lado, su marido asegura que esta serie de actos se están produciendo no sólo en su barrio sino en otras zonas del municipio como Rosiana, La Pasadilla, El Toscal, El Moreno o Guililla. «Está pasando algo y debemos llegar a un control pronto, porque sino la vida aquí realmente se hará insostenible»

El Gamonal no es una excepción. Otro barrio, en esta ocasión capitalino, que mantiene una protesta histórica por el estado de sus vías de acceso es Cañada Honda. En épocas de lluvia, esta zona siempre se queda incomunicada debido a los esperados arroyos que se originan en sus pendientes calles. Los vecinos capitalinos también están cansados de protestar. Parecía que en este año este lamento terminaría con la las obras de mejora y ampliación que se realizan en la calle Barranco de Tazarte desde el pasado noviembre. Pero, lamentablemente, el proyecto, recién finalizado, se tiene que levantar por tercera vez consecutiva debido a que se ha ejecutado con diferentes desperfectos: Por ejemplo, las calzadas las han nivelado al mismo nivel que las aceras y han colocado las tapas de las alcantarillas del revés de manera que el agua hace que se levanten, entre otras «chapuzas con todas las letras», describe así la situación Marcos Santana, presidente de la Asociación de Vecinos Atlante Norte de Cañada Honda.

Y los que sí están perfectamente comunicado, pero que aún así viven con el temor instalado en el cuerpo, son los de calle de Molino de Viento, del barrio capitalino de Arenales. Hasta tal punto se han hartado que incluso convocaron una concentración a lo argentino con «cazerolada». La famosa calle conocida por ser habitual la práctica de la prostitución, experimenta durante los dos últimos años la sensación de inseguridad, que se ha asentado en el tramo que va desde el colegio Aguadulce a la Delegación del Gobierno por las numerosas reyertas, peleas y venta de drogas que, según los residentes, tienen su origen en una casa ocupada situada en el número 6.

El último suceso protagonizado en la casa conflictiva ocurrió el pasado 4 de julio. Una pareja acudió a la vivienda terrera con amenazas a sus ocupantes, propinando patadas y vociferando insultos, además de esgrimir uno de ellos un cuchillo de unos 15 centímetros de hoja. El enfrentamiento acabó con la mujer que ocupa el domicilio con heridas en la cara al, supuestamente, recibir el impacto de una piedra. Una ambulancia la trasladó al hospital ante las brechas que tenía en el rostro. Uno de lo residentes grabó parte de la secuencia de la pelea, que alarmó a quienes viven entre las calles Jerónimo Falcón y Aguadulce y que también terminó con la paciencia de los residentes.

Fuente: https://www.laprovincia.es/las-palmas/2019/07/14/miedo-barrios-historicos-incomunicacion-e/1193229.html

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